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Foto del escritorAntonio Ocaranza Fernández

Desastres y aprobación de AMLO


Publicado en Heraldo de México en el 2019.


Ningún gobierno puede controlar una inundación, un terremoto, un incendio o una sequía, pero todos son juzgados por la forma en que responden a los desastres naturales. El presidente Andrés Manuel López Obrador tendrá su más difícil prueba de gobierno cuando se presente una catástrofe. Si su respuesta a los recientes incendios alrededor de la Ciudad de México es un ejemplo, está en duda que pueda sortear el reto de los próximos huracanes. En la temporada 2019, la Comisión Nacional del Agua pronostica que de las 33 tormentas que azotarán las costas de México, 9 podrían alcanzar categoría 3 o superior en la escala Saffir-Simpson. Estas tormentas representan un riesgo político para el presidente López Obrador por los siguientes factores: Inexperiencia del primer año: un desastre natural en el primer año de gobierno puede poner en evidencia la falta de experiencia y coordinación precaria entre dependencias para dar una respuesta efectiva. Recortes presupuestales: los recortes al presupuesto de secretarías y organismos reducirán la efectividad del gobierno para atender situaciones de emergencia. Desastres generan descontento: la pérdida de familiares y bienes que sufran los damnificados será fuente de descontento si se atribuyen a la incapacidad del gobierno y puede confrontar al presidente López Obrador con huestes enojadas como ya ha ocurrido, en menor grado, cuando le han reclamado recortes a estancias infantiles o viajes de estudiantes al extranjero. Desastres no son un producto neoliberal: hasta el momento el gobierno ha sido capaz de culpar al neoliberalismo de todos los males del país, pero la responsabilidad de enfrentar una catástrofe depende de organismos de protección civil y fuerzas armadas que el Presidente controla. Los desastres no tienen partido: la popularidad e identificación partidista no protegen a los gobernantes si un desastre expone sus limitaciones. La coordinación entre los gobiernos federal y estatal se pondrá a prueba y, en Veracruz y Chiapas, una mala actuación afectará exclusivamente a Morena. Si los equipos de protección civil carecen de equipo y recursos suficientes, la culpa será rápidamente atribuida al Presidente. Además, se alimentará la narrativa reciente que asocia la reducción de recursos de programas de salud o protección civil con el financiamiento de la refinería de Dos Bocas, el aeropuerto de Santa Lucía y el Tren Maya. Con frecuencia el Presidente ha señalado que los conservadores apuestan a que a México le vaya mal para desacreditar a su gobierno. Pero en este caso, si se carece de recursos o coordinación para atender las necesidades de las comunidades afectadas por un desastre, la herida será auto inflingida.


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