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Foto del escritorAntonio Ocaranza Fernández

Seis filias y fobias de AMLO.

Actualizado: 1 jul 2021


 

Las filias y fobias del presidente López Obrador resuenan con intensidad en los mexicanos y explican su forma de gobierno. Entenderlas es vital para las empresas.

 

Ver publicación en: Expansión


El presidente López Obrador es un hombre de convicciones, ideas fijas, que permean sus discursos, políticas y conducta diaria y definen a aliados y adversarios.



Como pocos políticos, AMLO ha sido capaz de lograr que sus filias y fobias resuenen con intensidad en la gran mayoría de los mexicanos e inspiren su forma de gobernar.


Para empresas y organizaciones es fundamental que enmarquen sus propuestas, proyectos y acercamientos en la lógica presidencial. Para ello es conveniente entender seis filias y fobias del presidente López Obrador:


1. La campaña permanente: los críticos del presidente se quejan de que parezca que sigue en campaña polarizando a México con un lenguaje divisivo y espíritu combativo. Interpretan erróneamente que la campaña de López Obrador terminó en 2018 al ganar la presidencia.

Al contrario, el presidente es un hombre en campaña permanente, siente que sólo con la movilización constante de sus simpatizantes y el ataque y descalificación que mantenga a sus adversarios a la defensiva puede alcanzar la transformación a la que ha sido llamado.

Su incesante campaña tiene un propósito doble, generar corrientes de opinión pública que respalden sus reformas y evitar que quien lo suceda las revierta. Por eso es un hombre impaciente que estará en campaña hasta el último día de su gobierno, o quizá, de su vida.


2. La raíz en el pueblo: AMLO se enorgullece de conocer al pueblo, hablar como él, representar sus intereses. Enfrenta los embates de enemigos y mantiene su claridad de propósito por su cercanía con el pueblo. En él se nutre su mensaje: “vengo del pueblo, soy del pueblo, el pueblo soy yo”.


Por eso recuerda cada pequeña población que ha visitado, desde San Quintín, Baja California, hasta San Juan Guichicovi, Oaxaca, y llena su discurso de anécdotas sobre los lugares más desconocidos de México. Con su conocimiento del país mantiene a sus adversarios a raya. No en balde, Ricardo Anaya ha copiado el libreto y viaja por México dándose baños de pueblo.


Adicionalmente, el concepto del pueblo de López Obrador es agrario, rural. Por eso se opone a minas, semillas transgénicas, glisofato, nuevas presas o aquello que afecte a las poblaciones rurales y destruya lo que considera la fuente primigenia de lo mexicano.


3. Desconfianza de la burocracia: para el presidente las estructuras de gobierno están más interesadas en defender privilegios del pasado que en ejecutar sus políticas. Se queja constantemente de lo difícil que es “mover el elefante” estatal. De ahí que haya creado cuerpos paralelos como los superdelegados y los Servidores de la Nación que, como apparatchiks cuatroteístas, se encargan de velar porque las iniciativas de gobierno sean aplicadas con la mayor pureza y actúan como informantes sobre potenciales desviaciones.


4. Mueran los intermediarios: su confianza en el pueblo y la desconfianza en las actuales estructuras de gobierno lleva a AMLO a diseñar programas que no dependan de estructuras estatales u organismos de la sociedad civil. Ha eliminado fideicomisos y programas, como guarderías o casas de refugio para mujeres que experimentan violencia familiar, que son operados por terceros. Esto explica también su oposición a los organismos independientes.

Si su mandato emana del pueblo y defiende sus intereses, no hay necesidad de INE, INAI, CRE, IFT o COFECE, cuyas funciones pueden ser absorbidas por dependencias gubernamentales. Estos organismos son redundantes, costosos y producto del neoliberalismo, dice AMLO, ¿para qué mantenerlos?


5. Desdén por los intelectuales: para el presidente los intelectuales son un peligro para sus esfuerzos de transformación. Por un lado, los identifica con intereses creados (“intelectuales orgánicos”) que quieren restaurar privilegios perdidos; por el otro, su naturaleza y espíritu críticos alimentan las corrientes de oposición a su gobierno.

AMLO critica el escolasticismo de la intelligentsia y su desprecio por el pueblo. Les atribuye una compresión sesgada y distante de la realidad del país y la introducción de términos incomprensibles, como resiliencia, holístico o empatía, que oscurecen la comunicación y confunden al pueblo.


Sólo admira a intelectuales -no más de 10- que no lo critican y que han respaldado su movimiento de tiempo atrás, como Enrique Semo, Lorenzo Meyer, o los finados José María Pérez-Gay y Carlos Monsiváis. Por eso también el CONACYT debe dedicarse a proyectos de aplicación inmediata en beneficio del pueblo, como las vacunas, y no para financiar becas que produzcan nuevas generaciones de intelectuales.


6. Lo mexicano contra lo extranjero: la cercanía al pueblo se contrapone a lo extranjero. AMLO se encuentra más cómodo en La Quemada, Zacatecas, que en Washington. Quienes estudian en otros países son sospechosos de alimentar ideas ajenas a la realidad mexicana y las empresas extranjeras sospechosas de sólo desear la explotación del país. ¿Qué podemos aprender de otros países cuando nuestra raza, nuestra cultura, es tan rica en enseñanzas y experiencias?


Para que los proyectos de empresas y organismos sean exitosos, deben considerar las filias y fobias que caracterizan la forma de pensar de AMLO y que impregnan su gobierno. Entre otras cosas, deben comunicar con un lenguaje llano y sencillo y enfatizar que sus proyectos tienen amplio beneficio para el pueblo, pueden aplicarse sin corrupción e intermediarios y se cimentan en valores mexicanos.


Las filias y fobias de AMLO son producto de su propia experiencia y circunstancia y ningún otro político mexicano podrá reproducirlas de forma tan efectiva. Sin duda, quien suceda a López Obrador tendrá las suyas y quizá de eso trate la elección del 2024: ¿con las filias y fobias de qué candidato queremos vivir?



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